La certeza de la salvación: ¿Cómo sé que soy salvo?

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Aunque hemos creído en el Señor Jesús y lo hemos recibido como nuestro Salvador, puede que en ocasiones nos preguntemos: “¿Cómo sé que soy salvo?”. A veces sentimos que definitivamente somos salvos, pero otras veces no estamos tan seguros. Cuando somos sacudidos de un lado al otro entre la certeza y la incertidumbre, nos resulta difícil progresar en nuestra vida cristiana.

Sin embargo, no debemos vivir con tal inseguridad. Dios nos ha provisto tres maneras claras para que nosotros tengamos la plena certeza de la salvación, las cuales veremos en esta entrada.

1. La Biblia lo dice

La primera manera de saber que somos salvos es que la Biblia lo dice. Debemos darnos cuenta de que la Biblia no es un libro común; es el hablar del Dios vivo. Y Dios no miente, así que podemos creer, confiar y depender de Su Palabra absolutamente.

En 1 Juan 5:13 dice lo siguiente:

“Estas cosas os he escrito a vosotros los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna”.

Este versículo nos muestra que Dios no quiere que permanezcamos inseguros de nuestra salvación. Tenemos algo por escrito —la Palabra de Dios— por lo cual podemos saber que verdaderamente somos salvos. Dios quiere que tengamos la certeza de nuestra salvación por medio de Su Palabra escrita.

La nota 1 en este versículo en el Nuevo Testamento Versión Recobro habla acerca de la certeza de la salvación que podemos tener a través de la Palabra de Dios:

“Las palabras escritas en las Escrituras aseguran a los creyentes, quienes creen en el nombre del Hijo de Dios, de que ellos tienen la vida eterna. Creer para recibir la vida eterna es el hecho; las palabras de las Santas Escrituras representan la certeza tocante a ese hecho: son el título de propiedad de nuestra salvación eterna. Mediante estas palabras se nos da la certeza, las arras, de que siempre y cuando creamos en el nombre del Hijo de Dios, tenemos vida eterna”.

¡Tenemos las arras de nuestra salvación! Nuestras arras, es decir, nuestro “título de propiedad” de nuestra salvación eterna, es la Palabra de Dios.

Juan 3:16 es otro versículo que nos da la certeza de nuestra salvación:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no perezca, mas tenga vida eterna”.

Este versículo nos dice que cuando creemos en Jesucristo somos salvos; tenemos vida eterna y no pereceremos. Somos salvos cuando creemos en Él y lo recibimos como nuestro Salvador. Ésta es la Palabra inmutable y confiable de Dios.

Depender de los hechos contenidos en la Palabra de Dios, en lugar de nuestros propios sentimientos o deducciones, es una manera sólida de poder obtener la certeza de que verdaderamente somos salvos.

2. El Espíritu Santo da testimonio juntamente con nuestro espíritu

Otra manera en que podemos estar seguros de que somos salvos es por medio del Espíritu.

Dios nos dio dos regalos maravillosos: la Biblia, la cual está fuera de nosotros, y Su Espíritu, quien está dentro de nosotros. Ambos dan testimonio de que cuando creemos en Jesús, somos salvos eternamente.

Cuando nacimos de nuevo al creer en Jesucristo, el Espíritu entró en nuestro espíritu para vivir en nosotros para siempre.

Romanos 8:16 habla claramente de estos dos espíritus:

El Espíritu mismo da testimonio juntamente con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

El Espíritu Santo da testimonio en lo más profundo de nuestro ser, en nuestro espíritu, de que verdaderamente somos salvos. Incluso si lo dudamos y decimos: “No creo que soy un hijo de Dios”, el Espíritu dentro de nosotros da testimonio para confirmar que sí lo somos.

Una razón por la que tal vez nos preguntemos si somos salvos podría ser que no sabemos cómo experimentar este testimonio del Espíritu Santo con nuestro espíritu. En lugar de ello, quizás dependamos de nuestros sentimientos fluctuantes o de nuestra mente dudosa para asegurarnos que somos salvos. Pero la clave para experimentar este testimonio del Espíritu Santo es darnos cuenta de que este testimonio está con nuestro espíritu, el cual es más profundo que nuestra parte emotiva o nuestra mente.

Ahora, leamos 1 Corintios 12:3:

“Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”.

La nota 3 en este versículo explica por qué es crucial decir “Jesús es Señor”:

“Indica que cuando decimos, con un espíritu recto: “¡Jesús es Señor!” estamos en el Espíritu Santo. Por tanto, la manera de participar del Espíritu Santo, y de disfrutarle y experimentarle es invocar al Señor Jesús”.

Cada vez que dudemos de nuestra salvación, podemos declarar en voz alta: “¡Jesús es Señor!”. Mientras lo declaramos, estamos en el Espíritu Santo, no en nuestra mente dudosa o en nuestras emociones fluctuantes, y el Espíritu en nuestro espíritu da testimonio y nos garantiza que definitivamente somos hijos de Dios.

3. Amamos a nuestros hermanos en el Señor

Además de la Palabra de Dios y el Espíritu en nosotros, podemos saber que somos salvos porque tenemos un amor genuino por nuestros hermanos en Cristo, incluso por aquellos que pueden ser muy distintos de nosotros.

Este amor no es algo que teníamos antes de ser salvos, y tampoco es algo que fabricamos después de ser salvos. Este amor es el resultado espontáneo de haber recibido la vida de Dios al ser regenerados.

En 1 Juan 3:14 el apóstol Juan dice:

Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos”.

La nota 1 explica la relación entre la vida y el amor que hay en este versículo:

“La muerte es del diablo, Satanás, el enemigo de Dios, y está simbolizada por el árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual produce muerte; la vida es de Dios, quien es la fuente de la vida, y está simbolizada por el árbol de la vida, el cual produce vida (Gn. 2:9, 16-17). La muerte y la vida no solamente proceden de dos fuentes, Satanás y Dios; también son dos esencias, dos elementos y dos esferas. Pasar de muerte a vida es pasar de la fuente, la esencia, el elemento y la esfera de la muerte a la fuente, la esencia, el elemento y la esfera de la vida. Esto sucedió en nosotros cuando fuimos regenerados. Nosotros sabemos esto, es decir, estamos conscientes interiormente de esto, porque amamos a los hermanos. Amar (con el amor de Dios) a los hermanos es una firme evidencia de esto. La fe en el Señor es el camino por el cual pasamos de muerte a vida; amar a los hermanos constituye la evidencia de que hemos pasado de muerte a vida. Tener fe es recibir la vida eterna; amar es vivir por la vida eterna y expresarla”.

Este amor en nosotros por nuestros hermanos en el Señor es otra evidencia de que realmente somos salvos.

La certeza de la salvación: una base firme para nuestra vida cristiana

Una vez que recibimos a Cristo como nuestro Salvador, tenemos en la palabra escrita de la Biblia, en el Espíritu que da testimonio juntamente con nuestro espíritu y en el amor por nuestros hermanos en el Señor, unas fuentes maravillosas para tener la certeza de nuestra salvación. ¡Gracias a Dios, podemos saber con certeza que somos salvos eternamente y que verdaderamente somos hijos de Dios! Al tener esta certeza como nuestra base firme, podemos llevar una vida cristiana gozosa y avanzar en nuestra experiencia de Cristo y crecimiento en Él.

Todos los versículos y las notas son citados de la Santa Biblia Versión Recobro. Puede pedir una copia gratuita del Nuevo Testamento Versión Recobro aquí.